sábado, 13 de junio de 2015

Rima VII de Becquer

Yo suelo marcar en los libros de poesía, los poemas más representativos de mis sentimientos, los que más me tocan, me apasionan, me pegan... mis preferidos. Hoy estaba volviendo sobre las Rimas de Becquer, ese pequeño librito que leyera por primera vez hace ya más de 15 años, tratando de escoger uno para compartirlo aquí. Resulta que están casi todas marcadas. Después de algún tiempo repasándolos, decidí que no puedo escoger, y no tengo porqué hacerlo, muchos más vendrán a posarse aquí, como mariposas que traen mas fe a esta vida.

He aquí, uno de los marcados, espero lo disfruten.

Rima VII 

Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en la rama,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!

¡Ay! -pensé- ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: "¡Levántate y anda!"

viernes, 12 de junio de 2015

¿Cómo escapar?

Este es otro de mis preferidos de Carilda, de su colección Los huesos alumbrados, donde se reúnen sus poemas de carácter patriótico, el mismo donde aparece su poema dedicado a José Antonio Echeverría. Espero les guste.

¿Cómo escapar?

¿Cómo escapar de este maldito barro,
de la rebelde forma donde sueño,
cómo coger un ácido pequeño
y figurarme que el amor agarro?

¿Cómo fingir que soy una ternura,
un gajo de peligros en la sombra
si manda en nuestra tierra lo que nombra
la más fatal y terca mordedura?

¿Cómo creer aún en la fragancia
de la palabra ser, en mi importancia
de muchacha debajo de un collar?

¿Cómo creer en fiestas ni en sandeces?
¿Cómo creer en algo ya, si a veces
tenemos tantas ganas de matar?

Carilda Oliver Labra, 1958.

jueves, 11 de junio de 2015

Glosa

Para hoy tenemos una mezcla de Carilda con Martí.

Yo pienso cuando me alegro
como un escolar sencillo
en el canario amarillo
que tiene el ojo tan negro.
José Martí

En el sinsonte que acosa
con su canto el veguerío,
en la loma, en el bohío
donde aparece la rosa,
en el aire que desposa
al cielo donde me integro,
en la guitarra, en el negro
humilde bajo una estrella,
en mi patria suave y bella
yo pienso cuando me alegro.

Escojo una espiga hirsuta,
un parentesco demente
con el arroyo, simiente
de la verdad absoluta.
Se está cayendo una fruta...
¡Qué luz viene!... Maravillo
mi olfato con romerillo,
le doy un susto a otra rana
y me tiendo en la sabana
como un escolar sencillo.

La hierba y su mansedumbre
se apoderan de la hora.
Soy padre ya de esta flora.
No es bueno que me acostumbre
a tanto amor, tanta lumbre.
La tarde como un anillo
está redonda de brillo
y lejos suena el palmar...
¡Si yo pudiera volar
en el canario amarillo!

Pero un recuerdo maltrata,
viene el furor y lo empuña,
de pronto sale la uña.
(Caña, ya no eres de plata.)
El campo se desbarata
y a la pena me reintegro;
ya maldigo, ya no alegro,
gano rabia, dolor gano
¡pues me acordé del tirano
que tiene el ojo tan negro!

Carilda Oliver Labra, 1957

Los días de una casa

Buscando no sé qué, que ya olvidé, encontré en el necessaire de mis recuerdos, un flyer del Centro Cultural Dulce María Loynaz. Promoviendo el espacio bohemio que tenía (o tiene) lugar en el centro, y que lleva por título: "Los días de una casa", con un fragmento de uno de sus poemas.

...y mañana, cuando les falte el canto de la alondra o el perfume de la rosa, se acordarán de que hubo una flor y que hubo un pájaro. Y pensarán acaso que era bueno tenerlos...
Dulce María Loynaz.

El título me trae a la mente el nombre de uno de sus poemas más conocidos "Últimos días de una casa", triste, bello, dulce, paciente y doloroso... Al leerlo la imagino en sus últimos días, recordando tal vez el esplendor de los días pasados que ya no volverán, que tan lejos están... Me la imagino, como a Bárbara, en el jardín de su casa. 
Este es un pequeño fragmento del poema, se los recomiendo, sin dudas les gustará como a mí, con suerte no los hará llorar, pero sí reflexionar. Este poema es un monumento a los sentimientos humanos, a los recuerdos, al pasado encumbrado y feliz, es la simpatía de esta mujer, que encarnada de ternura puede ponerse en la piel de una casa.


Cuando me hicieron, yo veía el mar.
Lo veía naturalmente,
cerca de mí, como un amigo;
y nos saludábamos todas
las mañanas de Dios al salir juntos
de la noche, que entonces
era la única que conseguía
poner entre él y yo su cuerpo alígero,
palpitante de lunas y rocíos.

martes, 9 de junio de 2015

Poesía... ¡eres tú!

Esta fue la primera de las rimas que leí de Becquer, en séptimo grado si mal no recuerdo, y quizás la más conocida de este genio lírico español, la rima XXI.

-¿Qué es poesía? -me dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul;
¿qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... ¡eres tú!

Gracias a mi profe de Español-Literatura me enamoré perdidamente de la poesía de Gustavo Adolfo Becquer, y gracias a una buena amiga conservo como un gran tesoro una vieja edición de las Rimas.
Otra de las cuales cito en el poema Irresistible de mi libro Poemas antes de tu llegada, y es la rima XXIII.

Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... ¡yo no sé
que te diera por un beso!

jueves, 4 de junio de 2015

Vuelve Nicolás, sorprendiendo.

Este es otro poema de Nicolás Guillén, del antes mencionado cuaderno de poemas titulado "Todas las flores de abril". Es genial, sencillo, y para ser Guillén, diferente.

A veces...

A veces tengo ganas de ser cursi
para decir: la amo a usted con locura.
A veces tengo ganas de ser tonto
para gritar: ¡La quiero tanto!
A veces tengo ganas de ser niño
para llorar acurrucado en su seno.
A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir, bajo la tierra húmeda de mis jugos,
que me crece una flor rompiéndome el pecho,
una flor, y decir: esta flor,
para usted.

miércoles, 3 de junio de 2015

No te salves

Para hoy he escogido uno de los poemas más populares y representativos de la poesía del escritor uruguayo Mario Benedetti. Espero lo disfruten, y que no se queden inmóviles al borde del camino, que no se salven y se queden conmigo.

No te salves

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma

no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios

no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana

y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

martes, 2 de junio de 2015

Balada de los dos abuelos

Ayer mencioné este genial poema en mi post y me quedé con ganas de leerlo una vez más, y estoy segura que muchos también alentaron esas ganas. Por eso se los traigo hoy, aquí lo podrán encontrar siempre que quieran leerlo. Vale la pena, leerlo y releerlo una y otra vez, yo voy por docenas de veces y no deja de impresionarme, la piel no se acostumbra y se torna de gallina con cada verso, uno y cada uno de ellos la revuelven, la ensalzan... hasta que llega la lágrima o el escalofrío con estas líneas:

y una gran voz, fuerte voz,
despedazando el silencio.


Es, simplemente genial. Desde niña me encantó este poema cuando lo leímos en la escuela, no recuerdo bien si es en el libro de lectura de quinto o sexto grado, pero por ahí está porque es sin lugar a dudas un clásico de obligada lectura para todo niño cubano, y también, por qué no, para todos los niños de Latinoamérica.

Balada de los dos abuelos

Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis dos abuelos.

Lanza con punta de hueso,
tambor de cuero y madera:
mi abuelo negro.
Gorguera en el cuello ancho,
gris armadura guerrera:
mi abuelo blanco.

Pie desnudo, torso pétreo
los de mi negro;
pupilas de vidrio antártico
las de mi blanco.
África de selvas húmedas
y de gordos gongos sordos…
—¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro).
Aguaprieta de caimanes,
verdes mañanas de cocos…
—¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco).
Oh velas de amargo viento,
galeón ardiendo en oro…
—¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro.)
¡Oh costas de cuello virgen
engañadas de abalorios…!
—¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.)
¡Oh puro sol repujado,
preso en el aro del trópico;
oh luna redonda y limpia
sobre el sueño de los monos!

¡Qué de barcos, qué de barcos!
¡Qué de negros, qué de negros!
¡Qué largo fulgor de cañas!
¡Qué látigo el del negrero!
Piedra de llanto y de sangre,
venas y ojos entreabiertos,
y madrugadas vacías,
y atardeceres de ingenio,
y una gran voz, fuerte voz,
despedazando el silencio.

¡Qué de barcos, qué de barcos,
qué de negros!

Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis dos abuelos.
Don Federico me grita
y Taita Facundo calla;
los dos en la noche sueñan
y andan, andan.
Yo los junto.
—¡Federico!
¡Facundo! Los dos se abrazan.
Los dos suspiran. Los dos
las fuertes cabezas alzan:
los dos del mismo tamaño,
bajo las estrellas altas;
los dos del mismo tamaño,
ansia negra y ansia blanca,
los dos del mismo tamaño,
gritan, sueñan, lloran, cantan.
Sueñan, lloran. Cantan.
Lloran, cantan.
¡Cantan!

lunes, 1 de junio de 2015

De que callada manera

¿Cuántas veces no habremos escuchado este canto, estos versos, estremeciéndonos? Yo lo había escuchado antes muchas veces sin percatarme, hasta que un día, estando en la escuela, encontré sobre mi pupitre un pedazo de hoja de libreta rasgada que tenía escrito a lápiz estos versos preciosos, y aun hoy no tengo idea quien los dejó ahí para mí.

De que callada manera se me adentra usted sonriendo, 
como si fuera la primavera. 

Esto era todo lo que decía la nota, una síntesis de los sentimientos a transmitir, supongo, aunque el poema original es más largo. Se llama "Canción", lo escribió Nicolás Guillén y se encuentra en un pequeño cuaderno de poemas titulado: "Todas las flores de abril", se los recomiendo, tiene muy buenos poemas de amor, les sorprenderá conocer "esta cuerda un poco oculta de su poesía".
Nicolás Guillén, autor de la Balada de los dos abuelos, es el poeta nacional de Cuba. Antes de él, varios poetas cubanos fueron honorados como Poeta Nacional, pero después de 1959 ningún otro poeta cubano ha sido galardonado como tal.
Aquí les va el poema, espero los guste tanto como a mí.

Canción

¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
(Yo, muriendo.)

Y de qué modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril.

¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera
la primavera?
(No soy tanto.)

En cambio, ¡qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!

¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
(Yo, muriendo.)