miércoles, 26 de enero de 2022

El amor, madre, a la patria

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El amor, madre, a la patria
No es el amor ridículo a la tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
Es el odio invencible a quien la oprime,
Es el rencor eterno a quien la ataca;
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Comienzo el año 2022 con este fragmento, el más conocido, del poema Abdala de José Martí. Y no lo he escogido al azar porque es un gran poema y me encanta y ya era hora de mencionarlo en el blog. No. Lo he escogido porque desde hace días, semanas, se me coló. Se me coló estando en Cuba, despidiendo el 2021. Se me coló, como a Villena, como se cuela una ráfaga por una ventana abierta.
El 31 de diciembre al atardecer, fui a despedirme del mar, y a la orilla de la playa me senté y lloré. Lloré como una adolescente a quien le acaban de romper el corazón. Como una niña que perdió su muñeca. Lloré desconsoladamente.
Fue allí, con mis pies enterrados en la arena bajo la cálida orilla del mar más hermoso, que me acordé de este poema, de este fragmento precisamente. Mientras me aferraba a mis últimos momentos junto al mar, un mar que no había visto ni tocado ni olido en mucho tiempo. Me acordé al sentir la añoranza por ese mar, por ese sol, por la arena. Sentí el amor a esas cosas, a la arena, a la tarde, a ese pedazo de tierra en el mar.
Este poema siempre me cautivó, aún lo hace. Pero ahora sus palabras han cobrado otra dimensión. Sí es el amor ridículo a la tierra, a la hierba que pisan mis plantas, a la arena que pisan mis plantas, al mar que me acompaña, al sol siempre cálido y reconfortante, al aire con olor de isla, a las piedras, a las palmas, a las construcciones. Rotas y viejas construcciones, llenas de recuerdos, llenas del pasado, llenas de mí. Sí es el amor a la tierra, ridículo o no, está por verse. Es el amor a los lugares, las calles, los parques, las casas, mi casa.

El amor a la patria, según lo define el poeta nacional en el poema, es: "el amor a este rincón de tierra" (punto de vista de la madre de Abdala) y/o "es el odio invencible a quien la oprime, el rencor eterno a quien la ataca" (punto de vista de Abdala).
Pero, para mi patria, a comienzos del año 2022 ¿quién es el opresor? ¿Quién ahora la ataca? ¿Quién es el enemigo? ¿A quién odiar? Es como querer vengar a alguien que ha muerto de cáncer, lenta y devastadoramente, mutación tras mutación. ¿A quién culpar de una muere por cáncer? Para Abdala era fácil definir a quién iba dirigido el odio, el rencor; al feroz conquistador que a la Nubia ataca. Pero para mí es difícil. No tengo bien definido un recipiente para el odio si de un cáncer se trata. Ni tengo tampoco tanto odio. Mi amor por mi patria lo defino de otra manera. Como emigrada que soy, lo define mi nostalgia del terruño. Lo definen mis buenos recuerdos. Lo define su gente. Lo define mi apoyo, mi ayuda, mis donaciones. Donaciones de chocolates y caramelos traducidos en sonrisas y alegrías. Lo definen esas sonrisas, esas alegrías, esos momentos. Momentos escasos y fugaces en que me siento como en casa, cuando el aire que respiro me resulta conocido, y las voces, los colores, los olores, el cielo, el mar... sobre todo lo define el mar. 
El mar es el epicentro del universo de toda isla, especialmente de esta isla tan aislada.