...y mañana, cuando les falte el canto de la alondra o el perfume de la rosa, se acordarán de que hubo una flor y que hubo un pájaro. Y pensarán acaso que era bueno tenerlos...
Dulce María Loynaz.
El título me trae a la mente el nombre de uno de sus poemas más conocidos "Últimos días de una casa", triste, bello, dulce, paciente y doloroso... Al leerlo la imagino en sus últimos días, recordando tal vez el esplendor de los días pasados que ya no volverán, que tan lejos están... Me la imagino, como a Bárbara, en el jardín de su casa.
Este es un pequeño fragmento del poema, se los recomiendo, sin dudas les gustará como a mí, con suerte no los hará llorar, pero sí reflexionar. Este poema es un monumento a los sentimientos humanos, a los recuerdos, al pasado encumbrado y feliz, es la simpatía de esta mujer, que encarnada de ternura puede ponerse en la piel de una casa.
Lo veía naturalmente,
cerca de mí, como un amigo;
y nos saludábamos todas
las mañanas de Dios al salir juntos
de la noche, que entonces
era la única que conseguía
poner entre él y yo su cuerpo alígero,
palpitante de lunas y rocíos.
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