jueves, 28 de mayo de 2015

Una chica ordinaria

Atravesando el parque se encuentran por casualidad. No se conocen pero se han visto antes por ahí. Mientras caminan, él le pregunta si se sabe su nombre. Ella niega con la cabeza, y mirándolo de repente a los ojos empieza a adivinar. 
-Ernesto. 
Él la mira sorprendido desaprobando por completo el intento fallido, pero ella no desiste. 
-Raúl.
Él vuelve a confirmar el fallo.
-Manuel, sí, tienes cara de llamarte Manuel.
Pero ese tampoco es su nombre. Entonces ella le dice que piense en su nombre, que lo diga en su mente, pero sin pronunciarlo en alta voz.
-Dime tu nombre con el pensamiento, que yo voy a ver si puedo leer tu mente.

Él sonríe frunciendo el ceño, pero le sigue el juego intrigado e intrigándola cada vez más y lo hace. Ella bromea con él y le dice que debe ponerle más fuerzas a ese pensamiento para poder leerlo, le pide que lo sienta de verdad. Él se esfuerza, aprieta los dientes y cierra los ojos exagerando el gesto. 
-Lo tengo- dice ella- Samuel, te llamas Samuel.
-¿Cómo…?- pregunta estupefacto Samuel- ¿Cómo lo supiste?
-Leo la mente.
Él está impresionado, ella siempre le había parecido una muchacha increíblemente interesante y hermosa, pero esto, esto era mejor de lo que había imaginado. La vió tan alto, tan inteligente, tan sabia, tan capaz, que su amor surgido de la admiración, se tornó en admiración tan pura, ideal y obsesiva como el amor.
Ella sintió más que nunca la necesidad de romper de una vez por todas, ese mito que la ha perseguido durante tanto tiempo. Siempre rechazó la idea de poseer este don, no le gustó desde el principio, pero lo dejó estar y como todo mito que toma vida: mengua, o crece y se aferra a la verdad hasta confundirse con ella, y este creció. 

Ella está tan decepcionada con todo esto, porque sabe no se puede leer la mente, al menos ella no puede. Fue algo que pasó por casualidad la primera vez, las otras veces fue suerte o astucia, pero definitivamente ninguna habilidad especial. Sencillamente ella había escuchado su nombre antes en algún lugar, pero no se acordaba. Muy inteligente y con muy buena memoria, ella solo buscó y rebuscó en su mente hasta que logró acordarse de su nombre. 

Ella no tiene esa facultad, ese don, no puede leer la mente, pero ¿cómo decirlo? ¿Cómo revelar después de tanto tiempo fingiendo, que no es lo que todos creen que es? ¿Cómo rendirse? ¿Cómo empezar de nuevo? ¿Cómo afrontar la realidad? Y sobre todo, ¿Cómo mirar a la cara a las personas que quiere y que una vez confiaron en ella? Sin su don, vuelve a ser una chica ordinaria del montón.

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